Hoy Rebeca nos sorprende con esta poesía que encierra la esencia de un "Laberinto de sensaciones".
Cierro los ojos y me adentro de nuevo al tren que me llevaría de vuelta a Vigo. El ronroneo del ferrocarril era ensordecido por el bullicio de una tropa de niños, la mayoría vestidos de chándal y mochilas al hombro.Por sus comentarios y caras de entusiasmo yo diría que iban de excursión a algún sitio cercano a la ciudad.
El paisaje circulaba a través de los cristales. Las hierbas de los campos parecían haberse vestido de luto bajo la presión de grandes nubarrones, y yo iba en ese cuadro, acompañada por pequeños pensamientos que entraban y salían de mi mente para en seguida volverse a adentrar, pero el griterío de los chavales no permitían que las ideas circulasen en orden, así es que me levanté y me fui en busca de algún vagón vacío.
Cuando avanzaba por los pasillos divisé a lo lejos, en una esquina, un felpudo, que por su textura, por su color y por su colocación parecía ser el antesala de algún cuarto oculto y poco habitable.
El aroma de lo desconocido llegó hasta mi nariz, haciendo que me convirtiera en una serpiente para deslizarme bajo esa extraña, peculiar, pero atrayente alfombra. Sigilosamente cogí la llave y abrí la puerta.
Asomé la cabeza, y viendo que en su interior no había nadie me introduje en esa habitación tan luminosa,pero tan vacía, a excepción de un folio en el suelo, que cogí de inmediato, e intuyendo y sintiendo que mi estancia en ella iba a ser larga me descalcé, me quité las medias y me coloqué en frente a una pared larga e inmensamente blanca.
Comencé a leer, primero en silencio y después en voz alta, percibiendo ya a cada instante, en cada rincón de las palabras, el aroma, la sonoridad, la poesía....la música. Con los brazos abiertos dejé que mi cuerpo se posara sobre ella, sintiendo su tacto y el roce externo de su fría piel, adentrándose hasta alcanzar mis poros y envolviéndome con un gran e intenso abrazo.
Emocionada llegué hasta el centro de la sala y comencé a dar vueltas muy despacio al tiempo que de mis adentros salía una pequeña canción de Gal Costa: Eu canto...eu canto... ques parte de mim. En el momento en que mi cuerpo comenzó a moverse al son de esa canción tan especial e íntima, diferentes notas en forma de negras y blancas empezaron a dibujar todas esas melodías en las paredes de nieve, acariciándolas con gran afecto y muchísimo cariño.
En esa atmósfera dulce, enigmática, amorosa, cómoda, confortable...dejé salir varias reflexiones: ¿ por qué la gente se empeña en quedarse a la mitad de las cosas?¿ por qué no profundiza? ¿ por qué no desean llegar hasta la esencia de algo?¿ por qué cuando escuchamos una canción la mayoría sólo se fija en la voz del cantante, dejando a un lado a todo un mundo de músicos y de instrumentos? ¿ por qué la gente se impresiona con grandes palacetes hechos de materiales y piedras caras, pasándoles desapercibida una antigua casa medio en ruinas, desgastada por el uso y el paso de los años, con una gran bolsa de historias de amores y desamores?
¿Por qué? ¿ por qué nos decepcionamos?¿ qué es lo que esperamos encontrar?¿ es verdad que puedes ver el centro, la realidad de alguien o por el contrario sólo deseas encontrarte con lo que tu imaginación ha creado, con tu ideal del ser, que quizás sea sólo un pobre disfraz de lo que realmente es?.
He de confesar que he sufrido alguna que otra decepción, quizás porque mi cabecita, deseosa de encontrar otra cabeza pensante, imaginativa, creativa, fantasiosa, voladora, pasional, cariñosa, tierna, sensible, bondadosa y desinteresada, sin querer e inconscientemente ha estado trabajando e hilando una madeja inexistente, y entregándose en cuerpo y alma y no recibiendo nada.
Por eso, no puedo hacer otra cosa que darte las gracias por permitirme entrar en tu casa encantada, es todo un placer para mis sentidos y para mi alma, porque en ella puedo dar rienda suelta a mi imaginación, a mis deseos, a mis miedos sin temor a ser analizada, y por permitirme poder bailar sin ataduras la danza de la libertad, por concederme estancia en tus cuatro paredes con formas de nubes blancas en donde Rebeca puede soñar.
Muchos besos a ti que me lees. Ha sido un gusto, un gustazo y un descubrimiento, casi como si te estuviera cantando, sin emitir sonido alguno.
Un abrazo sincero, con la pasión que me caracteriza
Rebeca
